GRACIAS POR VISITAR NUESTRA WEB

Se llevo a cabo el acto en memoria de Anacleto Bernardi

En homenaje al Conscripto Naval, Anacleto Bernardi, nacido en San Gustavo, Dpto. La Paz. Bernardi, en su 86º aniversario de su fallecimiento se realizo en la escuela Nº 11 que lleva su nombre- un acto conmemorativo, donde la Secretaria de Gobierno Cristina Chialva participo junto a la Directora de la Escuela Nº 11 C.B Sra., Norma Florentín, la directora departamental de Educación La Paz, Sra., Norma Dasso, vice-directivos, Prefectura Naval La Paz y los padrinos de la escuela provenientes de la Armada Marina de Zarate, quienes dejaron banderas de Argentina, Entre Ríos, y cuadros respectivos a este gran Héroe sangustaveño. Además de esto se hizo un recordatorio sobre lo sucedido en aquel 25 de octubre de 1927.
La historia del Conscripto:
El Conscripto como lo llamaban, había partido en viaje de instrucción en la vieja fragata "Sarmiento" y que, a raíz de una pulmonía contraída en el viaje de ida. Ya dado de alta por las autoridades médicas, en el transatlántico de bandera italiana "Principesa Mafalda". El 25 de octubre de 1927, el viejo transatlántico, naufragó, aproximadamente a las 21:00 hora argentina, en el océano Atlántico, frente a la ciudad de Bahía, Brasil. La valerosa actitud del conscripto entrerriano que, pese a su estado de convaleciente, ayudó en el salvataje, tuvo un digno broche de oro cuando, ya en condiciones de ponerse a salvo, se quita su propio salvavidas para entregárselo a un anciano, que luchaba desesperadamente para no desaparecer tragado por la negrura del mar. En esas zonas de aguas cálidas, el océano estaba infectado de tiburones y, según parece, Anacleto Bernardi fue devorado por uno de ellos. El mundo entero, en su momento, se ocupó de la hazaña de nuestro bravo y abnegado comprovinciano. Hasta sus padres, residentes en San Gustavo, llegaron testimonios de agradecimientos desde diversos puntos. Eran sus padres: Atilio Bernardi, inmigrante italiano; y Sofía Giménez, criolla entrerriana. En su adolescencia, Bernardi había dado muestras de su temprana vocación de servicio en favor de sus semejantes cuando salvó de que un amigo pereciera en las aguas de un arroyo, en su pago, y cuando se arrojó en medio de un rancho en llamas, en San Gustavo, solamente envuelta la cabeza con un poncho, para rescatar del fuego a un bebé que, sin su intervención, hubiera muerto quemado, en medio de la aflicción de su madre.
Anacleto Bernardi, un alma abnegada, un entrerriano, un hermano nuestro: un espejo en cual mirarnos.